¿QUÉ SE NECESITA PARA DEJAR DE SER VÍCTIMA EN COLOMBIA?
- Laura Valentina Bonilla Romero
- 19 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Ya se vislumbraba un panorama desalentador desde la llegada de los colonizadores al continente americano, y en específico al territorio colombiano. Desde que los despampanantes españoles llegaron a ejercer por medio de la coacción sus métodos, sometimientos y creencias, Colombia se vio inmersa en un escenario sumamente violento que aún hasta el día de hoy perdura. El país ha sido visto por el mundo, por Latinoamérica y desde el interior, como un escenario de conflicto violento en el que se ha vulnerado toda clase de derechos, han existido múltiples crímenes y ha primado la arbitrariedad. La violencia no será jamás un mito en la historia colombiana –aunque algunos se empeñen en creerlo-, y a lo largo de los años han sido diversos los intereses que la han generado, pero el más destacado ha sido el interés por el poder.
El conflicto armado en Colombia nos ha dejado una larga lista de frustraciones acompañadas de impotencia. Nunca alguien tuvo la posibilidad de decidir ser víctima, pero lo fueron, y lo son. La violencia llegó arrasando proyectos, sueños y vidas, sin previa consulta. Son millones las personas que han tenido que cargar con el peso de una pérdida, de una violación, del desplazamiento forzado, del reclutamiento, del secuestro, de la tortura, solo por mencionar algunas de las acciones que se generan en el marco del conflicto.
La categoría de víctima ha sido utilizada para referirse a todas aquellas personas que han sido degradadas en su esencia y ser, por una acción particular. En Colombia hablar de víctimas significa encontrar en cada rincón una historia por contar. Y aunque se han dado procesos para resarcirlas, hasta ahora han sido insuficientes.
El Gobierno desarrolla ciertas políticas que permiten una reintegración, tanto de los excombatientes de los grupos armados como de las víctimas directas e indirectas del conflicto a la sociedad, pero este proceso generalmente no ampara el conjunto total de daños y secuelas que sufren estas personas. Por esto, es necesario trabajar desde la raíz de la sociedad, es importante tener en cuenta que la sociedad civil que nunca estuvo afectada directamente por la guerra cumple un papel fundamental dentro del proceso del posacuerdo.
Fuente: Ambito Jurídico
El rol que desempeña la sociedad civil es absolutamente importante y necesario, no se puede construir país desde la indiferencia. Muchos han sido testigos a la distancia de los vejámenes que ha dejado el conflicto y pocos los que han decidido ser sujetos activos en busca de una solución. Otros se han encargado de revictimizar, de rechazar e impedir que las víctimas accedan a mejores condiciones. Se hace cada vez más necesario comprender que la vinculación de la sociedad al proceso de reintegración de la víctima es elemental porque constituye un reconocimiento a la misma, a partir de allí se construye memoria y se da un gran paso hacia la restitución de sus derechos.
El perdón nunca ha significado olvido y el resarcimiento siempre ha sido insuficiente. El hecho victimizante estará presente por encima de cualquier fortuna o verdad. Aunque sea precisamente, la verdad, lo que más han exigido las víctimas y tal vez para muchos es la mejor reparación que puedan obtener, en muchas ocasiones, pese a esto, sigue siendo un intento fallido de seguir adelante con sus vidas porque aunque logran tener claridad sobre lo que pasó, el dolor sigue estando latente.
Si nos preguntáramos qué espera una víctima para dejar de sentirse como tal, probablemente hallaríamos un limitado número de respuestas que constantemente escuchamos –indemnización, restitución de tierras, verdad, participación política- pero tal vez hace falta ahondar mucho más y llevar el asunto a un terreno más reflexivo en donde podamos comprender la huella indeleble que dejan estas situaciones en un individuo. Los proyectos de vida fueron completamente alterados y aunque la decisión de la mayoría es perseguir el futuro, no es fácil asimilar todo lo que la guerra les robó.
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