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¿Medellín innovadora? Relación del narcotráfico con el desarrollo económico de la ciudad

Actualizado: 10 abr 2021

Por: Manuela Betancur


Medellín: la ciudad de la eterna primavera y una de las más innovadoras del mundo. Hoy hablaremos de esta bella ciudad que ha albergado a narcotraficantes y paramilitares. ¿Se han preguntado qué relación tienen estos actores ilegales respecto al desarrollo económico que ha tenido la capital antioqueña? A continuación intentaremos responder esta pregunta.


Empecemos contextualizando la situación económica de Medellín durante el siglo pasado. Medellín en las primeras décadas del siglo XX se había convertido en un centro de inversión, especulación, acumulación de capital y en un centro industrial enfocado en la industria textil, que se favoreció con la implementación de un modelo proteccionista de producción nacional. No obstante, luego del desmonte de dicho modelo, debido al ingreso del mercado textil de economías asiáticas y a la poca diversificación productiva, se vio afectada notablemente, no solo la economía, sino también las condiciones de vida de sus ciudadanos.


Esta crisis fue aprovechada por una nueva clase ascendente de traficantes y empresarios dedicados al contrabando de mercancías, quienes pasaron a trabajar con redes de comercio de marihuana y cocaína. Esto terminó en lo que ya muchos hemos escuchado o vivido: El Cartel de Medellín en cabeza del tristemente célebre Pablo Escobar quien se alió con ciertos sectores políticos, contribuyendo a la dinamización de la economía y su consecuente movilidad social, al inyectar dinero a la burbuja inmobiliaria, de construcción y al capital local.


Para 1993, año en que es asesinado Pablo Escobar, el Cartel de Medellín había tejido relaciones con la seguridad estatal, paramilitares, bandas delincuenciales y compañías inmobiliarias, quienes lavaron el dinero ilegalmente obtenido.


No podemos olvidar los vínculos que tuvieron el paramilitarismo y el narcotráfico. Al respecto, en Medellín, el Bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia, estaba comandado por un narcotraficante: alias Don Berna, quien heredó la famosa Oficina de Envigado (de la que todos hablan pero que nadie conoce) luego de la muerte de Escobar, lo que le permitió consolidar su poder en la ciudad. Y este personaje sí que tuvo poder en la ciudad, tanto así que de él se desprende el término “donbernabilidad”[1].


De Don Berna se ha hablado bastante, sin embargo, ha faltado vincular la denominada “donbernabilidad”, el narcotráfico, y el paramilitarismo, con el crecimiento económico que tuvo Medellín y, por supuesto, con el desarrollo de la ciudad. Pasamos a ver personas cargando fusiles a personas vendiendo yogures, huevos y arepas y claro, asesinatos muy selectivos, encostalados y uno que otros servicios financieros y de vigilancia y una que otra panadería, uno que otro apartamento, uno que otro empresario.


Podemos ver el paramilitarismo como un fenómeno o como una estrategia, pero también, como una herramienta de implementación del neoliberalismo. No podemos negar que su ideología es de derecha, que está a favor de la acumulación de capital, el libre mercado y la defensa de la propiedad privada. En las zonas rurales con las banderas del paramilitarismo se expulsaron comunidades, solo porque el territorio lo necesitaba una multinacional. Es por esto que, en la alianza existente entre políticos y paramilitares hay un proyecto político y económico que se torna hegemónico.


Ahora, hablemos de la ciudad y de cómo las dinámicas del paramilitarismo y del narcotráfico influyeron en su crecimiento.


El Bloque Cacique Nutibara no fue el único Bloque de las Autodefensas que habitó Medellín, aunque su presencia haya sido camuflada y opacada por la institucionalidad como una mera cuestión de bandas criminales ligadas al narcotráfico. En la ciudad también existió el Bloque Metro, cuyo comandante era alias “Doble Cero”. Ambos bloques llegaron a tener gran control sobre la ciudad, tanto así que, entre estos y las fuerzas militares, se coordinó la Operación Orión.


El Bloque Metro tenía una disputa con el Bloque Cacique Nutibara debido a que, como afirmó “Doble Cero”, este Bloque estaba cooptado por narcotraficantes. Finalmente de esta disputa, el Bloque Metro terminó disolviéndose, quedando así, el Bloque Cacique Nutibara con el control sobre los actores armados ilegales. Este Bloque operaba a través de bandas criminales que actuaban como sus franquicias. En efecto, este dominio facilitó su posterior desmovilización en 2003 que, a propósito, ha sido muy cuestionada. Se ha afirmado que no todos sus miembros se desmovilizaron y que la mayoría de los desmovilizados eran integrantes de bandas criminales. De allí que este proceso no logró desactivar el paramilitarismo en la ciudad.


Es en este punto crucial en donde podemos relacionar el paramilitarismo, la desmovilización y los buenos resultados de la gestión pública de la ciudad. Don Berna, con su poder casi intacto luego de la desmovilización, influenció en la disminución de la tasa de homicidios en la ciudad, pero no necesariamente en la violencia, debido a que fueron cooptadas las bandas criminales, evitando las disputas entre ellas. Al tenerlas bajo control se comenzó a “jugar” con los índices de la tasa de homicidios, que a simple vista disminuyeron, pero “misteriosamente” aumentaron las muertes con arma blanca y las desapariciones. Es así como tenemos menos muertos pero más violencia y más desaparecidos.

Don Berna tenía muy clara la importancia de crear un clima necesario para que regresara la inversión extranjera al país. Consideraba esto como algo fundamental para no ser dejados atrás por el tren de la globalización, y el principio para lograr esto era bajar la tasa de homicidios, dando una sensación falsa de seguridad.

¿Y fue efectivo bajar la tasa de homicidios? Sí. De hecho, a partir de 2005 la inversión extranjera tuvo un crecimiento. Sin embargo, hay variables tanto nacionales como internacionales que determinan la inversión. Este aumento fue también gracias a la rentabilidad en el mercado internacional de materias primas y bienes inmobiliarios a partir de 2005. Pero para que haya plata se necesitan condiciones de seguridad que les dé confianza a los inversionistas. Y claro, como no queríamos renunciar a la violencia como forma de control territorial, la falsa sensación de seguridad, a través de la disminución de los homicidios, fue la llave para atraer la inversión extranjera.

¿Pero cómo vinculamos esta inversión con el crecimiento económico? Con el Producto Interno Bruto, uno de los indicadores principales del crecimiento de la economía, donde la inversión uno de los factores clave para su crecimiento. Entonces como evidencia tenemos que, desde 2003 comienza a bajar drásticamente la tasa de homicidios , siendo 2004, 2005 y 2006 los años con menos homicidios en Medellín. Y con una relación inversa respecto a la tasa de homicidios se encuentra el PIB de Medellín (el cual es aproximadamente el 65% del PIB de Antioquia), y la Inversión Extranjera, de ambos se evidencia un crecimiento, siendo 2004 y 2005 los años en que más crece el PIB, y 2005 año en que más crece la inversión, demostrando así, que a menor tasa de homicidios, se produjo en la ciudad un incremento del PIB y de la inversión.


Entonces, ¿en qué quedamos? El desarrollo que ha tenido Medellín en los últimos años es reflejo de su pasado: un pasado violento, trágico e ilegal. Este desarrollo y crecimiento fue posible, en parte, gracias a la fusión que hubo entre política, narcotráfico, crimen organizado y paramilitarismo, ¿triste realidad?, ¡sí! Pero una realidad que debemos analizar en retrospectiva, y mirar bajo unos lentes críticos: teniendo en cuenta que la ciudad de la innovación se construyó a un muy alto costo y que aún sigue construyéndose. Es por esto que, consideramos necesario seguir pensando las formas en las que concebimos nuestra ciudad y comprender que no se compone exclusivamente de aquellos atributos que siempre se quieren resaltar. A Medellín la ha atravesado la violencia y aunque no sea un motivo de orgullo, hace parte de nuestra historia y memoria colectiva. Por tal razón, debemos dialogar sobre estas realidades y seguir pensando en posibles escenarios y apuestas de transformación.


Bibliografía

Sandoval, E. A. (2017). Agendas criminales y procesos de paz en Colombia: El caso de la “donbernabilidad” en Medellín. Revista Política y Estrategia, (130), 57-100.

[1] En 2003, la segunda ciudad más importante de Colombia fue testigo de una dramática caída en los homicidios tras la consolidación hegemónica de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don Berna, sobre los actores criminales operativos en la capital de Antioquia [...] este periodo fue conocido localmente como Donbernabilidad, un juego de palabras que alude a gobernabilidad (Sandoval, E. A., 2017, p. 72).

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