MAL EDUCADOS: CRÍTICAS Y APORTES AL SISTEMA EDUCATIVO
- Laura Valentina Bonilla Romero
- 4 sept 2019
- 4 Min. de lectura
La educación se ha constituido como uno de los espacios más representativos en la sociedad para la construcción de conocimiento. Sus métodos han sido variados, en algunas épocas más rigurosos y en otras ocasiones más flexibles. Hablar de educación en el contexto colombiano no es precisamente encontrarse con un panorama alentador, necesariamente nos remite a pensar en las carencias y retos que aún se afrontan: calidad, pedagogía, presupuesto, cobertura, deserción, entre otros aspectos.
Inicialmente, el colegio se plantea como un escenario fundamental para un proceso formativo que comprende temáticas relacionadas con el aprendizaje de la vida en sociedad, la enseñanza de conocimientos básicos en distintas áreas y la orientación hacia campos de interés. No obstante, es evidente que encontramos un sistema que en su mayoría de veces no cumple con los fines que se propone y que cuenta con deficiencias estructurales. No solo se trata del presupuesto que se invierte en educación, son también los métodos anticuados que se siguen utilizando tal vez uno de los asuntos más cuestionables. La estructura de la academia está esbozada de manera muy tradicional, en donde es evidente la verticalidad y la figura de algún modo autoritaria que ejerce el maestro. La postura que se ha asentado en el imaginario es que el maestro es por excelencia el único capaz de transmitir y generar conocimiento, de este modo se desprecian los saberes de otros actores.
En este sentido, la educación en Colombia no se ha transformado para abrir paso a nuevas dinámicas, aun teniendo hoy herramientas de gran utilidad. El proceso de aprendizaje se dificulta para los alumnos pues se convierte más en un ejercicio de memorización que de apropiación. Si bien es cierto que algunos alumnos tienen un notorio desinterés por la educación, es necesario reflexionar si esto es causa del sistema mismo. La metodología hace que los estudiantes no siempre se sientan a gusto en las aulas de clase. Aparte, muchas otras formas de saber, talentos, habilidades y capacidades han sido rechazadas y por tanto, no tienen el mismo peso en la academia. En consecuencia, gran parte de los jóvenes egresan del colegio sin una clara orientación profesional, por presión terminan cediendo a carreras con las que no son afines o simplemente en el camino desisten.
Por otro lado, es necesario ahondar en el rol que tienen los maestros. Tienen a cuestas una gran responsabilidad, sin embargo, parece que a muchos esto no les interesara. Hay quienes han comprendido que sus estudiantes también son una fuente de conocimiento y los han hecho parte del proceso de enseñanza como sujetos activos, sin embargo, aún son minoría quienes acuden a estos modelos. La tarea de la enseñanza no es fácil, requiere de paciencia, sacrificio, amor y en general de vocación. Es evidente que no es una labor para cualquiera.
Pese a esto, muchos llegan a ocupar estos cargos debido a temas de corrupción, un panorama laboral complicado, otros tienen una formación académica excelente o son buenos investigadores y resultan codiciados por las instituciones educativas, y algunos solo son mentes brillantes. Pese a esto, todos estos elementos no necesariamente aseguran su idoneidad para el cargo. Va más allá. Se trata de reinventar los métodos y las estrategias, de saber transmitir, de cuestionar de manera crítica lo ya configurado y de respetar a los estudiantes en aspectos tan simples como la preparación de las clases, la lectura detallada de los trabajos y el interés real en el proceso de aprendizaje. Es claro entonces que un profesor con vocación vive para enseñar, pero a falta de ésta, enseña para vivir.
Por otra parte, el modelo de educación para el empleo solo sigue poniendo límites a la formación, perpetúa las dinámicas de rechazo a los distintos saberes, orienta a los jóvenes hacia lo que el sistema necesita, menosprecia el ingenio y delimita los intereses. Lo más grave del asunto, es llegar al punto de perder por completo la capacidad de elegir y de formarse en lo que realmente entusiasma. Por ello, algunos han optado por salir del país, pues aquello que les apasiona no se demanda en el territorio. Estamos al servicio de grandes dinámicas e intereses que no permiten que un sistema educativo fuerte e incluyente sea prioridad para el Estado.
Apropiarse de un mejor modelo educativo que no desprecie los distintos saberes, no limite la creatividad, genere un pensamiento crítico y realmente potencie a los estudiantes es un proceso completamente necesario. La invitación no es solo para los que se relacionan de manera directa con el ámbito educativo, la tarea de darle un giro a la educación en Colombia es de todos. Año tras año, el país se ubica en los puestos más bajos a nivel global de manera decepcionante, y las soluciones que ofrecen los Gobiernos o las instituciones son aumentar el número de materias, aumentar la intensidad horaria o adquirir nuevas tecnologías que no se aprovechan de manera correcta. Algo se está haciendo mal, históricamente se ha hecho mal, y con ímpetu muchos nos levantamos hoy ante la decepción y el fracaso del sistema educativo.
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