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ACOSO E INVISIBILIZACIÓN DE LA MUJER: MECANISMO DE PROTECCIÓN DE LOS PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD

En la sociedad colombiana se ha naturalizado la invisibilización, exclusión y cosificación de la mujer en las múltiples esferas (social, política y educativa), ya que esta solo se ve como una integración "necesaria" para llenar los estándares de los procesos burocráticos de las grandes empresas, industrias e instituciones del país, solo como una mera formalidad.


Centrándonos en el ámbito educativo, en la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, se ha podido percibir que a pesar de la implementación del Protocolo para la Prevención y Atención de Casos de Violencias basadas en género y violencias sexuales, las víctimas de ese tipo de conductas no siempre sienten el respaldo de la institución.


El Comité de Asuntos de Género comenzó a operar en el mes de febrero del año en curso, este se presentó como una forma de visibilización de estas conductas deplorables que se han naturalizado, esto como respuesta a la falta de apoyo por parte de la institución. Una de sus primeras acciones, fue una denuncia colectiva anónima, a través de carteles pegados en varios lugares de la sede, en los que se invitaba a las víctimas a realizar su denuncia en estos.



Foto tomada por: Carolina Villa Cortés (marzo 7 2019) en la FCHE


A raíz de este acto, surgieron diferentes reacciones, en un sector de la comunidad estudiantil se evidenció un apoyo hacia las víctimas por las conductas aberrantes de estos sujetos, en otro un sentimiento de enojo por parte de los profesores acusados y un contundente rechazo por parte de las directivas de la sede, algo que fue demostrado con el comunicado 008 del 11 de marzo del 2019:


Con preocupación vimos cómo estas actividades se vieron empañadas por una especie de “muro de la infamia” en el que un grupo de estudiantes señala a algunos profesores como presuntos “acosadores”.
Se trata de una práctica malsana, que disfrazada de reivindicación o búsqueda de justicia, se constituye en una forma de violencia moral y puede conducir a causas penales por potenciales delitos como la injuria o la calumnia.
(...) En ese orden de ideas, insistimos en que hay canales institucionales y legales para tramitar las quejas contra las personas y sus comportamientos inadecuados, lejos de la degradación pública. Por esta razón, invitamos a toda la comunidad universitaria a que denuncie sin dudar, cualquier tipo de comportamiento que vaya en contra de la integridad física y/o moral de cualquier miembro de la comunidad universitaria o cualquier persona que se encuentre en los campus de la Sede. Reafirmamos el compromiso de la Universidad en atender y proteger a las posibles víctimas y solucionar estas situaciones desde la institucionalidad.

Demostrándonos una vez más el pobre acompañamiento y apoyo por parte de las directivas de sede, revictimizando a las personas implicadas, tachándolas de calumniadoras e injuriosas, no tomando en cuenta el porqué éstas lo hacen de manera anónima y no siguen el conducto regular de la ruta de abordaje, ¿será porque estas “supuestas víctimas” sienten que esta ruta hace parte de la facultad que avala y respalda a estos profesores?, los mismos que se esconden tras un fuero sindical, fuero que los protege de sanciones ejemplares por las denuncias de acoso que tienen en su contra, y bajo el pretexto de proteger a los profesores ocasionales, pero manipulan los procesos burocráticos para posicionar a sus “amigos”, siguiendo así con la integración; debido a esto se evidencia una marcada desigualdad en la asignación de plazas profesorales y cargos administrativos. Con el Acuerdo 035 de 2012, mediante el cual se “determina la política institucional de equidad de género y de igualdad de oportunidades para mujeres y hombres”, y la creación del Observatorio de Asuntos de Género, se pretendía establecer una verdadera equidad en la asignación de cargos administrativos, pero esto se ha quedado en el papel, ya que se sigue develando una desproporcionada relación en la representación que tiene la mujer en la sede, ya sea como profesor de planta u ocasional, esto es denunciado con un cartel ubicado en la Facultad de Ciencias Económicas.

Foto tomada por: Carolina Villa Cortés (septiembre 1 2019) en la FCHE


A pesar de los esfuerzos realizados por algunos sectores de la comunidad universitaria, de la implementación de acuerdos y de rutas para la prevención, acompañamiento y tratamiento para casos cuando se presenta este tipo de conductas, y aunque la sede profesa una equidad en la asignación de sus cargos y plazas profesorales; estos esfuerzos se quedan en vano, pues, por un lado, las mismas directivas restan importancia a los mecanismos de manifestación estudiantil frente a estos casos y, los mismos profesores se encargan de burocratizar y ralentizar los casos de ascenso laboral.


Llevándonos a caer en la misma naturalización de las conductas denunciadas anteriormente, pues volvemos al mismo problema de la integración, por la mera razón de solo cumplir con los estándares establecidos en las leyes de equidad en el marco laboral; pretendiendo, con la misma invisibilización que ha sido manejado este tema, acallar un problema que debe ser tocado desde la raíz.


Así que debemos cuestionarnos, si realmente queremos un cambio de paradigma en la cosmovisión universitaria y en un futuro a nivel social en cuanto a la eliminación de estas conductas machistas y normalizadoras del acoso sexual.

 
 
 

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